Una limpieza profesional implica trabajar con el menor coste y empleando el menor tiempo posible, además de intentar que el trabajo no sea un riesgo para el medioambiente y on genere incomodidades para el cliente que contrata el servicio. En el proceso de limpieza, es importante conocer el círculo de Sinner y la interacción de los cuatro factores que lo componen para optimizar la calidad del servicio prestado.
Factor temperatura
La temperatura del agua influye sobre la calidad de la limpieza. Si es templada o caliente los resultados serán más efectivos y tendremos otras ventajas como conseguir que seque antes, ablandar mejor la suciedad y utilizar menos producto químico. También hay que tener en cuenta qué materiales resisten y cuáles no las altas temperaturas.
Factor químico
Conocer bien los productos de limpieza disponibles en el mercado y sus propiedades químicas nos permite elegir las mejores opciones para tratar una superficie determinada. Es importante que respetemos las etiquetas: no es lo mismo tratar una superficie de mármol que otra de acero inoxidable. Tené en cuenta que el mal uso de estos productos puede deteriorar las superficies tratadas o reducir su vida útil. Hay que elegir siempre el producto que se adapte perfectamente a cada tipo de limpieza y emplearlo en las dosis recomendadas por los fabricantes.
Factor tiempo
Esta es una variable fundamental que determina también el coste y la rentabilidad del servicio. Si trabajamos con sistemas manuales no es lo mismo que con máquinas u otras herramientas. Tener en cuenta este factor puede ayudar a definir las inversiones a futuro.
Factor de acción mecánica
Es la operación de eliminar la suciedad propiamente dicha. Puede ser manual (el movimiento de la mano al remover el polvo, por ejemplo) o mecánica (si utilizamos un aparato, como cepillos). Este punto dice que es necesario conocer el funcionamiento de las herramientas que se emplean para evitar deterioros en las superficies tratadas y conseguir una limpieza eficaz.